Buenas noches, así comenzaba la carta
Buenas noches, lentas y agónicas,
dando tiempo al tiempo que hace tiempo,
una vez, devoró la espera.
Noches meditabundas,
dónde el pensamiento duerme
bajo un suspiro contenido.
Se confió el pálpito
y dió latido antes de su hora,
parió una desesperación.
Se abre la cúpula de la bóveda nocturna,
un saludo comienza una carta
y no la acaba.
Buenas noches amor mío...
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